El mobbing

Esta segunda fase del acoso laboral continua con más “ejercicios de tanteo”. El acosador realiza diversas agresiones leves a la víctima y retrocede para ver cómo reacciona. Si la persona acosada sigue sin dar muestras de enfrentamiento, el agresor ganará fuerza y sus ataques comenzarán a ser más frecuentes y dañinos.

El objetivo del acosador en esta fase es desestabilizar psicológicamente a la víctima, anulando todas sus defensas y su capacidad crítica. Para ello, utilizará las siguientes acciones y herramientas:

• Comunicación perversa: El acosador utiliza las mentiras, el sarcasmo, la burla y el desprecio de manera sistemática. La víctima, incapaz de comprender que está sucediendo, piensa que debe tratarse de un error y espera una disculpa del acosador que nunca acaba de llegar.
• Negación del conflicto: Dado que la víctima no entiende que está sufriendo mobbing, puede intentar hablar con el acosador, tratando de arreglar mediante el dialogo el conflicto existente entre ellos. El acosador se negará a hablar o negará que exista ese conflicto. Con esta actitud, consigue que la víctima no entienda qué es lo que está sucediendo y la confunde hasta tal punto que, en ocasiones, es la victima la que se disculpa por el daño que pueda haberle causado al acosador inconscientemente.
• Deformación del lenguaje: El acosador utiliza las insinuaciones y los tonos de voz. Aunque a los ojos de los demás parece que esté diciendo una frase normal, la victima puede captar insinuaciones, reproches y amenazas. El acosador no grita ni ataca pero su comunicación no verbal, rígida y fría, expresa su verdadera actitud hacia la víctima.
• Mensajes paradójicos: El acosador dice una cosa mediante la comunicación verbal y la contraria mediante su comunicación no verbal. Aunque la victima pueda captar esas amenazas o burlas, el acosador siempre las negará, reconociendo solamente sus mensajes explícitos, lo que hace que la víctima no pueda responder adecuadamente y que incluso llegue a pensar que quizá los ataques sólo estén en su imaginación.
• Manipulación del sentimiento de culpa: La víctima se encuentra tan perdida y tan ocupada intentando descubrir qué le está pasando y qué es lo que ha hecho para que se la trate así, que no se da cuenta del daño psicológico que le están causando. Mientras tanto, el acosador se encargará de que cometa errores de los que culparle o de responsabilizarle de los errores del grupo.
• Falsa ilusión de control: Los ataques del acosador son tan sutiles que la víctima no se da cuenta de que hay violencia y, aunque puedan percibir que hay tensión con el acosador, cree que sigue teniendo la situación bajo control. Esta creencia puede estar tan arraigada, ya que nadie quiere creer en un primer momento que está sufriendo un acoso sistemático, que las victimas se niegan a reconocerlo si son advertidas por otras personas.
• Búsqueda de apoyos: El acosador busca entre los compañeros de trabajo personas que le ayuden en su juego y que sean insensibles a la humillación a la que está sometiendo a la víctima. Con sus dotes de seducción, va construyéndose un público al que convence con sus bromas y sus insinuaciones acerca de la víctima. Además, va manejando los sentimientos del grupo utilizando las rivalidades, envidias o celos que puedan existir y transmitiendo rumores sobre las características personales del acosado (moralidad, aptitud en el trabajo, estabilidad mental…) tanto a los compañeros como a los superiores.

Al final de esta fase, la victima ya no puede seguir negando lo que ocurre. Sin embargo, si lo comenta con otra gente, en lugar de recibir apoyo, suele encontrar incomprensión e incredulidad. La victima ya no tiene escapatoria de esta situación. Si se muestra sumisa, esperando que el acosador se canse, éste incrementará la violencia de los ataques. Si se rebela, el acosador se presentará ante los demás como víctima, consiguiendo aun más apoyos.